Al contrario que la creencia popular española de que un asado es una actividad exclusiva de los argentinos, los chilenos también los hacen; es básicamente una barbacoa sudamericana, con cortes de carne inusuales para nosotros, con mucha música y muy buen ambiente. La única norma es no decirle al que está cocinando cómo tiene que hacerlo o tocarle el fuego.