Actualmente estamos viviendo en
casa de Rob y Judith Bakes, la familia que hace mudbricks y pizzas, en Kyneton.
Estamos ayudándoles en la construcción de su casa por lo que estamos
aprendiendo mucho de carpintería y albañilería. Los fines de semana nos dejan
una furgoneta Mitsubishi del año 90 d.C. para que podamos hacer turismo.
Pues bien, el fin de semana
pasado pusimos un colchón en la parte trasera de la furgoneta, cogimos los
sacos de dormir y una neverita con fruta (para las madres respectivas: comemos
fruta, una más que otro por eso) y nos fuimos hacia la Great Ocean Road.
La Great Ocean Road (Gran
Carretera Oceánica) es una carretera histórica australiana que une las ciudades
de Torquay y Warrnambol (243 km), del estado de Victoria. Esta carretera fue
construida a pico y pala entre 1919 y 1932 por soldados que participaron en la
Primera Guerra Mundial, por lo que se la considera el mayor monumento bélico
del mundo.
La Great Ocean Road consta de un
carril por sentido y serpentea por los acantilados que caen directamente al
océano en la costa de Victoria. El límite de velocidad son ochenta quilómetros
por hora pero hay una cantidad ingente de curvas marcadas a treinta, veinte y
hasta quince quilómetros por hora. En un reportaje de National Geographic que
vi hace tiempo en Barcelona la Great Ocean Road estaba considerada una de las
diez carreteras más impresionantes del mundo, junto a la Highway 1 de la costa
oeste de los Estados Unidos y la Ronda de Dalt en hora punta.
La furgoneta Mitsubishi del año
90 d.C. la compró el hijo menor de Rob y Judith (Lewis, el de los hornos) a una
pareja de mochileros franceses que estuvieron de helpers en su casa (como
nosotros) el año pasado. Puede funcionar con gasolina y con LPG (liquid
petroleum gas, muy extendido en Australia), que se almacenan en tanques
separados, por lo que tiene una gran autonomía.
El precio de la gasolina “unleaded”,
que es la básica, es de 160 dólares los cien litros (aquí ponen los precios así,
obligándote a efectuar un duro cálculo mental si quieres saber el precio del
litro) mientras que el precio del LPG es de 60 dólares los cien litros. A pesar
de la diferencia abismal de precio el gasto es más o menos el mismo, pero
parece ser que el LPG es más limpio que la gasolina. Por este motivo en la
familia Bakes todos los coches están modificados para funcionar con gas. Esto
es bueno porque, en cierto modo, reduce la huella ecológica de la familia, pero
en el caso de la furgoneta tiene una cierta desventaja: si se baja de 2000
revoluciones el motor se apaga. Uno puede pensar que una vez el motor está
caliente o circulando por autopista eso no debería pasar… pues pasa. Se nos ha
llegado a apagar el motor en cuarta.
En fin, para que os hagáis una
idea voy a explicar las dos opciones que hemos desarrollado para realizar un
ceda el paso en una calzada con un mínimo de pendiente:
Opción 1: a medida que nos acercamos al ceda se pone la zona del
pulgar del pie derecho en el pedal de freno, mientras se presiona el acelerador
con la zona del dedo meñique. El pie izquierdo es el que se encarga de ir
apretando el pedal de embrague con tal de mantener el motor revolucionado. A
medida que se va reduciendo la velocidad hasta un valor adecuado para poder ver
si vienen coches, la zona meñiquil del pie derecho debe presionar el acelerador
de forma más firme, mientras que la zona encargada del freno debe valorar, a
tientas, cuanto freno hace falta (evidentemente no tiene ABS). Una vez
acomodados en el ceda (o stop, que es peor porque obliga a parar las ruedas)
hay que apretar los dientes y hacer una tarea de coordinación suprema: hay que
frenar porque debes mantener la posición, hay que acelerar porque sino el motor
se para, hay que apretar el embrague porque sino el motor se cala y hay que
hacer una esfuerzo inmenso para mover el volante ya que no hay dirección
asistida. Y mientras haces todo esto debes dividir 60 entre 100 para saber lo
que cuesta un litro de LPG.
Opción 2: en algún punto en la aproximación al ceda la furgoneta se
apaga por lo que se usa la técnica del ladrillo con inercia, en caso de bajada,
o el freno de mano, en caso de subida. Evidentemente la furgoneta luego no
arranca a la primera así que, cuando nos van adelantando, debemos poner nuestra
cara de “contaminamos menos que vosotros” mientras seguimos intentando
arrancar.
Por este motivo las rotondas, los
cedas, los stops, los semáforos y las curvas cerradas son una aventura. Nos ha
llegado a pasar que la gente cruza con miedo cuando estamos en un semáforo
porque, para evitar que el motor se apague, debemos revolucionar el motor con
lo que más de uno se piensa que estamos apremiándoles.
La primera parada en nuestro
trayecto por la Great Ocean Road fue Bells Beach, la playa surfera más
emblemática de Australia, donde se celebra anualmente la Rip Curl Classic. Había
varias personas haciendo surf, pero no eran muy buenos.
Lo más interesante que ocurrió
ahí fue que vimos a un equidna paseando tranquilamente por el aparcamiento,
justo al lado de nuestra furgoneta. Todos los turistas que estaban por la zona
empezaron a hacerle fotos a destajo como si fuese Federer entrenando en el Open
de Australia. Nosotros, como ya habíamos visto un equidna en octubre, lo que
hicimos fue hacer fotos a los turistas mientras hacían fotos al equidna.
Proseguimos nuestro “Road Trip”
parando en playas y demás sitios interesantes hasta llegar a Johanna Beach,
donde se celebra el Rip Curl Classic si no hay olas en Bells Beach.
La gracia de Johanna Beach es que
es una zona de camping libre, por lo que se puede plantar la tienda, la
furgoneta o la rulotte gratis.
Tuvimos la suerte de poder
aparcar justo al lado de la arena, gracias a lo cuál Marina se percató de que
la puesta de sol sería por el océano, así que nos fuimos a pasear por la playa como dos jubilados.
Casi todos los que estábamos
acampados ahí, que éramos bastantes ya que este fin de semana pasado fue el
final de las vacaciones de verano en Australia, nos fuimos a dormir con el sol.
A la mañana siguiente proseguimos
el viaje hacia el lugar más espectacular de la costa de Victoria. Los doce
apóstoles.
Son formaciones de rocas
sedimentarias que, debido a la erosión del viento y el agua, han formado
columnas enormes en la costa. En un principio se les conocía como “la cerda y
los cerditos”, pero alguien que tuvo cierta vista para atraer turismo los
rebautizó como “los doce apóstoles”.
Actualmente sólo pueden verse
siete, pero simplemente en cuestión de milenios, igual aparecen los que faltan.
Eso sólo Messi los sabe.
Justo al lado de los doce
apóstoles, se encuentran las escaleras de Gibson. Este señor talló directamente
en la piedra unas escaleras para bajar a la playa.
La playa es enorme y tiene dos
apóstoles separatistas a pocos metros de la orilla. Las olas que se generan en
esta playa parece ser que son muy buenas para hacer surf.
En lo que llevamos de viaje hemos
descubierto que las guía “Lonely Planet”
es muy útil para buscar alojamiento y algunas cosas de interés, pero que los
que las escriben son unos exagerados. Hemos aprendido que “centenares de
canguros” quiere decir “igual ves un canguro”, “cataratas espectaculares”
significa que “si llueve hay cataratas” y demás ejemplos que ahora no se me
ocurren. Pues bien, mirando un poco en la Lonely vimos que, en referencia a
Cape Otway, decía “el faro más emblemático de Australia bla, bla, bla” así que
fuimos. El faro no lo vimos porque, simplemente para acceder a los terrenos,
había que pagar casi veinte dólares por persona.
De todas formas no nos fuimos de
vacío. La carretera que comunica la Great Ocean Road con “el faro más
emblemático de Australia” atraviesa un antiquísimo bosque de eucaliptus, ¿Quién
come eucaliptus? Los Koalas.
En diferentes tramos de la
carretera había, por lo menos, tres koalas por árbol. Algunos, muy temerarios,
estaban en ramas a escasos metros de la carretera, justo encima del trazado.
Como los koalas son muy monos y
les hicimos un montón de fotos, dejamos algunas por aquí, por eso de
aprovecharlas. ¡A ver cuántos encontráis! El premio es la satisfacción
personal.
Con esto vamos a dejarlo por
ahora. Nosotros vamos a seguir con nuestra rutina vacacionil de larga duración
y, si nos atrevemos, la próxima escapada (¿este fin de semana?) en la furgoneta
será al outback.
Enrique & Marina