El día uno de marzo entramos en
otoño. Aquí el tema de los equinoccios no lo dominan y, como no son de
complicarse mucho, empiezan las estaciones el primer día del mes. Y se quedan
tan anchos. ¿Qué se consigue con esto? Pues que estamos en otoño a cuarenta
grados centígrados. Cosas del hemisferio sur.
Otra de las cosas extrañas que
ocurren por estos lares es que distinguen entre “tomato” y “kétchup”. Llevamos
siete meses pensando que el “tomato sauce” es en realidad “kétchup” y ahora
descubrimos que no. Terrible, apocalíptico. No nos hemos atrevido a probar el
kétchup, aquí dicen que es una cosa de americanos, que no les gusta. En fin.
Efectivamente. Esto es un anuncio
de alquiler de madres. La misma cara que estáis poniendo vosotros al leerlo es
la que pusimos nosotros. No hace falta decir nada más, aquí son así.
Después de estas tres
revelaciones espero que nuestras madres entiendan por qué hemos tardado tanto
en actualizar el blog. Para los que no sois nuestras madres… hemos estado muy
liados, entre otras cosas, preparando un viaje de dos semanas a Bali.
Seymour alternative farming expo
El fin de semana posterior a
nuestro heroico viaje furgonetero por la Great Ocean Road fue la feria de
granjeros alternativos de Seymour. La verdad es que de alternativa tuvo poca
cosa, pero fue importante para la familia Bakes porque Lewis lanzó oficialmente
su negocio de fabricación de hornos.
Las prisas empezaron el lunes de
la semana del evento ya que Lewis todavía no había construido el horno para
mostrar en la feria. Llanto y crujir de dientes. Afortunadamente lo tenía todo
aparentemente preparado así que en un día construyó el horno encima del camión
familiar. El resto de la semana nos la pasamos entre tarjetas de visita,
modificaciones de última hora en la página web, panfletos sobre el negocio,
avituallamiento para las demostraciones culinarias…
La feria resultó ser una feria de
muestras de carácter más o menos rural: venta de maquinaria pesada, fosas
sépticas, granjas de gusanos (para depurar agua residual doméstica, muy
interesante), células fotovoltaicas, afiladores de brocas de taladro, venta de
ganado… lo típico, vamos.
En cuanto a nosotros nos
dedicamos a hacer de personal de soporte en el stand de Lewis.
Ayudamos con el pan, las pizzas e
incluso con clientes potenciales. La verdad es que fue muy entretenido. Al
final Lewis vendió el horno que tenía en exposición a una familia que se dedica
a criar cerdos.
Nosotros nos pusimos muy
contentos por la venta pero más aún al escuchar las palabras mágicas “criamos
cerdos”. En menos de un nanosegundo estábamos entablando relaciones
diplomáticas con esa familia para ver si tenían jamón. Sabían lo que era el
jamón ibérico de bellota pata negra y demás apellidos pero nos dijeron dos
cosas terribles: ellos lo que tienen es prosciutto (esa cosa italiana que
pretende ser algo parecido al jamón) y que está prohibido importar nuevas razas
de cerdos (adiós pata negra). La buena noticia es que aquí hay un árbol que es
como un híbrido de encina y roble (da bellotas) por lo que aún hay esperanzas.
El avance de las obras
A cambio del alojamiento y la
manutención ayudamos en la construcción de la casa familiar. Rob empezó la casa
hace veinticinco años y, como buen admirador de Gaudí que es, todavía no está
acabada. Se puede decir que durante los últimos veinticuatro años el proyecto
ha estado parado. Pero ahora Rob y Judith se han “jubilado”, lo que unido a que
los tres hijos están por aquí (tienen una tendencia muy grande a irse fuera del
país) les ha dado el empujoncito suficiente para reemprender el proyecto de la
casa.
El encargado de que las obras lleguen
a buen puerto es Rob JR. Él se encarga de todo y es el responsable de todo,
siempre y cuando Rob esté de acuerdo y dé su visto bueno. Cosas de familia.
Lo que estamos haciendo es,
rodeando a la construcción principal de mudbricks, construir tres habitaciones
inmensas y un lavabo, todo con madera. ¿Y de dónde sale la madera?
Pues la madera sale de un montón
de árboles que fueron arrancados por unas riadas hace unos años que iban a ser
destinados a virutas de madera. Rob los recogió (nadie sabe exactamente cómo) y
los guardó en la propiedad (los terrenos de la casa son gigantescos) porque
sabía que un día los usaría.
¿Y qué haces cuando tienes más de
cincuenta troncos de casi un metro de diámetro y algunos de hasta cinco metros
de largo? Pues te compras una sierra industrial. ¿Y quién ha sido el encargado
de montar la sierra, ponerla en funcionamiento y, finalmente, ser el
responsable del suministro de madera? Yo.
La sierra (saw mill) consiste en
una cuchilla circular de algo menos de un metro de diámetro que gira gracias a
un motor Kohler. El motor con la sierra está montado en dos raíles sobre los
que se puede mover el conjunto de izquierda a derecha para atacar al tronco por
uno de sus extremos. Este mecanismo a su vez está montado sobre otros dos raíles
de nueve metros de largo que sirven para mover el sistema a lo largo del
tronco.
Con la cuchilla situada en
posición horizontal se empuja el mecanismo a lo largo del tronco haciendo el
primer corte. Al llegar al extremo del tronco se pone la cuchilla en posición
vertical y se estira del mecanismo para volver a la posición de partida,
haciendo un corte vertical coincidente con el extremo del corte horizontal
hecho anteriormente. Y de aquí vienen los tablones con los que construimos la
casa.
El tronco más grande que hemos
cortado hasta ahora ha sido de más de cinco metros de largo con el que hemos
hecho las vigas (beams, de 5 m de largo y sección de 150 x 200 mm) sobre las
que se sustentarán las viguetas (rafters, de 4 m de largo y sección de 100 x
150 mm) que aguantarán el tejado y varios tablones de 50 mm de ancho para las
paredes interiores.
¿Qué se hace después de cortar la
madera y dejarla secar unos días? Tablones para el suelo, vigas, viguetas,
tablones para la estructura de las paredes… todo hay que lijarlo, embellecer
ciertos ángulos que estarán a la vista, sellar la superficie y prepararlo todo para
su correcta puesta en obra.
¿Quién es la encargada de todo
esto? Marina. Cada mañana coge sus guantes, gafas de seguridad, protector
auditivo y herramientas y se pasa cuatro horas suministrando piezas de madera
perfectamente acabadas a los que estén, en ese momento, construyendo.
En la foto superior está Will, el
hermano mayor, que ha vuelto hace tres semanas de un viaje de once meses en el
que ha cruzado Asia y Europa en una Royal Enfield Bullet (una moto). Lo que
está alineando son los tablones del suelo de lo que será el lavabo.
En esta foto estamos, de derecha
a izquierda, Val (un chico francés que está viviendo en casa de Gwen), Robert,
Will y yo. Lo que estamos haciendo es mover la estructura de la pared de la “helpex
room”, que es la habitación destinada a alojar a los viajeros como nosotros
(ahora que Rob se ha jubilado se va a dedicar a desarrollar un montón de
proyectos para los que va a necesitar una ayuda extra). Esta habitación será la
más grande de la casa (el enorme ventanal se puede intuir perfectamente) y, si
todo va según lo previsto, Marina y yo seremos los primeros inquilinos.
Y ya para acabar este apartado,
la última foto es de Marina. Lo que está lijando es un tablón que hemos
utilizado para hacer una estantería para nuestra habitación.
Estamos alojados en una
construcción de mudbricks algo apartada de la casa (originalmente pretendía ser
un estudio de fotografía). Igual en la próxima actualización ponemos alguna
foto, aunque a este paso la próxima actualización será sobre nuestras
vacaciones en Bali.
La gente paga por ir al gimnasio
En cuanto a lo que no es trabajo
voluntario (a cambio de alojamiento y comida) Rob nos tiene ayudándole por las
tardes en su negocio de fabricación de mudbricks. Entre él y sus hijos fabrican
unos dos mil mudbricks a la semana. Lo que hacemos Marina y yo es cargarlos en
palés para cuando viene el camión a recogerlos.
Cada mudbrick pesa algo más de 10
kg y en los palés se cargan 144 unidades. Intentamos hacer dos palés al día,
aunque a veces (hoy, por ejemplo) hemos llegado a cargar hasta cuatro. La
actividad es cansada ya que, dicho algo a lo bruto, estamos moviendo una media
de casi 3000 kg al día. ¿Quién necesita un gimnasio?
Esto es una red back spider. La
araña más venenosa del mundo. ¿Dónde vive? En los palés, tal cual. La de la
foto ha fallecido mientras intentaba meterla en un tarro de yogur (vacío). Es
nuestra primera red back después de siete meses por aquí (descontad los casi tres
meses de Nueva Zelanda). Después de encontrarla y enseñársela a toda la familia,
Will nos ha explicado que en el desierto de Irán se encontró con un chico inglés
que estaba viajando por toda esa zona en autoestop que le dijo que no iría ni
loco a Australia porque con la de animales venenosos que hay era muy peligroso.
Un autoestopista en Irán tiene miedo de venir a Australia.
Cosas de casa
Hoy la gallina Henrietta ha
tenido cinco pollitos (de momento), son adoptados de Sparrow (el silkie chicken
blanco de Gwen) y una de sus gallinas (también de Gwen). A parte de eso hemos
descubierto que tenemos un gato rondando por los alrededores y, al menos,
cuatro possums. Uno de estos possums anoche se hizo amiguete nuestro.
En cuanto a los ratones, a día de
hoy podemos decir que tenemos trece menos.
Temas menos rurales: cada jueves
es el “pizza night” por lo que viene Gwen, sus helpers y demás amigos de Rob y
Judith a cenar.
El jueves pasado esto parecía la
ONU. Marina y yo de Barcelona, Val de Estrasburgo, James de Brighton, Yu Chen
de Taiwan, Meha de Argelia y un montón de australianos.
Con estos últimos hicimos una
excursión por el Mount Macedon el fin de semana.
El domingo pasado tuvimos una
comida (¿Pizza day?) con un montón de amigos de la familia (21 personas y creo
que 6 niños y 1 perro).
De preparar la masa se encargó
Judith, como siempre. De preparar las pizzas nos encargamos los jóvenes (en la
foto Val, Sandra y Marina intentando que Rob no ponga más queso en todas las
pizzas que ve).
Del aireado y extendido de la
masa se encargó, como siempre, Rob y, al ser de día y haber niños, se entretuvo
haciendo algún que otro malabarismo (no se le cayó ninguna base).
Las pizzas, como siempre,
buenísimas.
Por la tarde los niños, y no tan
niños, nos entretuvimos con las pinturas faciales que una de las señoras amiga
de Rob trajo a la comida.
El día acabó en la peluquería.
Ahora estoy más fresquito, listo para el invierno.
¡Hasta la próxima actualización!
Enrique & Marina