Muchas cosas han pasado desde la última actualización. Vamos a
intentar explicarlas de forma más o menos amena. Para los que os gustó la
entrada “curiosidades australianas” que sepáis que tenemos preparada un “curiosidades
australianas vol. 2”, pero la tenemos guardada como comodín.
En estos días de ausencia bloggera hemos visto animales, nos hemos ido
de Kyneton, hemos aprendido a tener mano izquierda en Queenscliff y hemos
vuelto a Kyneton, donde estamos viviendo con la familia con el corazón más
grande que pueda existir.
Kyneton
Los días en casa de Gwen han sido espectaculares. Nunca sabíamos lo
que íbamos a hacer, lo que sí que sabíamos era que alguna cosa interesante
pasaría.
Gwen es hiperactiva, lo que junto al hecho de que es mujer, hace que
sea capaz de hacer muchísimas cosas a la vez. Desayuna mientras habla con
clientas por teléfono, organiza la visita de su hijo que viene desde Darwin,
habla con otro de sus hijos para ver cómo quedamos para ayudarle con la
mudanza, da de comer a los perros, arranca malas hiervas, pone diesel al
tractor… y mientras tanto yo sólo soy capaz de poner miel a una tostada.
Pues en esta dinámica de actividades estábamos cuando tuvo lugar una
convergencia espacio temporal de cosas que teníamos que hacer con la
oportunidad de hacerlas, y todo esto mientras estábamos haciendo cosas que debíamos
hacer. Me explico: teníamos que ver algunos animalitos (vaca, dingo…) y
debíamos sulfatar los olivos (más de 700).
La conexión entre el tractor y la máquina de sulfatar no funcionaba
así que nos apañamos para conectarla al coche. Para los entendidos en la
materia, el líquido de sulfatar huele que apesta, pero nosotros no nos
preocupamos. ¿Por qué? Pues porque un par de días antes habíamos llevado una
minimoto en el maletero y se había derramado toda la gasolina así que la peste
a gasolina debería luchar con la peste a huevos podridos por la supremacía en
el interior del coche. Al final ganó la gasolina.
Empezamos a sulfatar los olivos sin prisa pero sin pausa cuando Gwen
nos vino a buscar. Podíamos ir a ver a la vaca Rose. Vaca que había sido
rechazada por su madre nada más nacer y que habían dado por muerta. ¿Qué se hace
con un ternerito muerto? Ni idea, aquí lo que hicieron fue poner a Rose al lado
de la chimenea y se fueron a dormir. A la mañana siguiente el ternerito muerto
estaba campando por la casa. Ninguna vaca quiso hacerse cargo de Rose y, no
acabamos de entender cómo, acabó en el coche de Gwen. Le dio el biberón (igual
que al toro Haiza y a la oveja Lily) y Rose creció sana sanota como si fuera
otro de los perros de la casa. Evidentemente llegó un día en que la situación
se hizo insostenible, la vaca Rose debía emigrar a los campos australianos.
Y por ahí anda actualmente. Forma parte del rebaño de un señor que no
recordamos cómo se llama pero que es muy simpático, que cuida a Rose y Haiza
mientras siguen siendo mascotas de Gwen.
¿Qué hicimos entonces? Dejamos de sulfatar, nos metimos todos en el
coche (recordamos que en el interior se estaba librando una batalla épica entre
los inefables olores a gasolina y a huevos podridos) y nos fuimos a darle
manzanas con la mano a Rose, a ver a Haiza y a los perros del señor que cuida a
las vacas.
Allí nos encontramos con un perro de trabajo de quince años de edad que estaba
jubilado, un perro de trabajo de un par de años extremadamente activo y un
perro de compañía de raza labrador que parecía un león.
Después de la visita a la granja de playmobil volvimos hacia Bensamber
Grove (es como se llaman los terrenos de Gwen) a ver si podíamos seguir con los
quehaceres propios de un campo de olivos. En esas estábamos que entramos en el
garaje donde guardan el tractor y pillamos a las gallinas in fraganti en plena
partida de póquer gallináceo. Huyeron todas despavoridas excepto una,
adjuntamos foto, que se quedó en el suelo gritando “seguid sin mí” mientras se
hacía la herida.
Estábamos empezando a ponernos en marcha cuando volvió a aparecer Gwen
con el teléfono en la mano: podíamos ir a ver a un Dingo. ¿Qué es un Dingo? Es
el lobo de Oceanía. Habitan en Australia y parte del sureste asiático y son como
pastores alemanes naranjas. Está prohibido por ley comerciar con Dingos y
tenerlos como mascota, excepto si son animales rescatados.
Pues bien, la mujer de un amigo de Gwen es voluntaria en una
protectora de animales (en Australia hay muchos animales imprudentes y los
australianos conducen peor que los portugueses así que estos refugios están muy
llenos) y tienen un Dingo de menos de un año. Cogimos el coche y fuimos hacia
allá.
Conocimos a Angus, el Dingo. Al ser aun un cachorro no imponía
demasiado pero se notaba que no era un perro; el comportamiento era
completamente diferente, muy juguetón pero a la vez muy bestia.
En esa casa habitan siete perros, todos rescatados, varias gallinas,
un gallo precioso, algunos pavos, dos gatos, un caballo y dos alpacas. Las
alpacas son algo así como un híbrido entre una llama y Bob Marley; muy
divertidas.
Este fue nuestro último día en Kyneton; nuestro siguiente destino…
Queenscliff.
Queenscliff
En Queenscliff fuimos a parar a casa de una mujer que, ahora mismo,
vamos a definir como especial.
La historia empezó ya algo torcida cuando le pedimos si podía tener la
amabilidad de ir a buscarnos a la parada del autobús, ya que es muy pesado
caminar con las maletas. Nos contestó que no estaba segura de que una relación
así pudiese funcionar pero que como parecíamos buenos chicos nos daba las
indicaciones para llegar hasta la puerta de su casa, el Bed & Breakfast
Faulty Towers. De la parada del autobús a la casa había un quilómetro.
Digamos que podemos definir a la mujer como rarita.
Una vez allí la señora nos explicó las normas. Nada de productos
químicos. Parece fácil. Nada de jabón, nada de detergente, nada de desodorante,
nada de repelente de mosquitos… La verdad es que nos hacía ilusión probar este
estilo de vida.
Nos explicó que el techo de la casa estaba forrado con planchas
metálicas de dos pulgadas de grosor para aislarse de las radiaciones de la
radio y demás enseres y porque los gobiernos europeos y americanos liberan
productos químicos en la atmósfera con el fin de oscurecerla y reflejar la luz
del Sol. Todo esto lo hacen utilizando aviones comerciales, por eso los aviones
dejan una estela blanca a su paso. Resulta que ella nota esos peligrosísimos
gases.
Digamos que ahora podemos definir a la mujer como bastante rara y
paranoica.
Al día siguiente empezamos la rutina habitual de trabajar por las
mañanas a cambio del alojamiento y la comida, para luego tener la tarde libre.
Yo tuve la increíble suerte de ser el encargado de arrancar las malas hierbas
del jardín.
Debía quitar las malas hierbas de un trozo de jardín de unos 25 metros
cuadrados. Parece fácil. Me dijo que era un trabajo de dos horas. Eso era
prácticamente imposible. Me dijo que no podía utilizar herramientas ni pisar
demasiado por dentro del jardín. Se complica el tema. La señora riega el jardín
con agua residual cruda (eso es ilegal, por si alguien piensa hacer lo mismo) y
tiene una plaga de mosquitos tamaño helicóptero sobrecogedora. Prohibido
utilizar repelente de mosquitos. En el jardín había cuatro plantas y no se
podía ver el suelo, luego el ochenta por ciento del terreno eran malas hierbas
de un par de palmos de alto. Trabajé en ese jardín durante ocho horas,
acribillado por los mosquitos, y no conseguí que la señora estuviese contenta.
En nuestro rato libre tuvimos que ayudarla a preparar habitaciones
para los clientes del B&B. Nosotros dormíamos en un cottage en el jardín.
Teníamos calefacción pero estaba prohibido utilizarla, teníamos ducha pero
estaba prohibido utilizarla, etc. Por las noches hiela en Queenscliff; nos dejó
una sola manta, suerte que no estaba prohibido usarla.
Digamos que podemos definir a la mujer como muy rara, paranoica y
cafre.
Al día siguiente la dinámica fue la misma, con ciertos matices: nos
prohibió llevar el móvil en el bolsillo porque era perjudicial para su hija. Es
importante destacar que la hija no estaba en casa, ni lo iba a estar en cuatro
días ya que estaba con una amiga. Esa amiga resulta que tenía ovejas que habían
tenido corderitos. Pues bien la señora le prohibió a su hija tocar a los
corderitos porque si lo hacía cogería parkinson.
La señora cogió más confianza con nosotros y nos confesó ciertas
cosas: los indios son arrogantes, los asiáticos son lentos, odia a los
armenios, los franceses son machistas, los españoles son inútiles que no saben
leer, los árabes no son árabes, son “bloody arabs”, habría que matar al
inventor del wi-fi, odia a uno de sus dos perros, su marido es como todos los
italianos: retrasado y gay… en fin.
Digamos que ahora se puede definir a la mujer como psicópata.
En esas estábamos que le preguntamos a la mujer cuál era el trato para
los fines de semana ya que hay familias que dan dos días libres y hay otras que
dan sólo el domingo. ¿La respuesta? Si duermes, trabajas. Si comes, trabajas.
Yo no descanso de daros de comer.
A la mañana siguiente nos dijo que le habíamos ofendido mucho al
pedirle un día libre (que no lo habíamos hecho, pero esta señora entendía lo
que le daba la gana) y que no había podido dormir en toda la noche por culpa de
nuestra ofensa. Nosotros le dijimos que no se preocupara que al día siguiente
nos íbamos. Pues no, teníamos que irnos esa misma tarde pero antes debíamos
trabajar, sino nos iba a sabotear la reputación digital de la página con la que
conseguimos familias.
Entre amenazas, menosprecios y demás actividades trabajamos desde las
nueve hasta las cuatro de la tarde, momento en que pudimos huir.
Digamos que podemos definir a esa mujer como loca, paranoica, nazi y psicópata.
Kyneton
Huimos en dirección a Kyneton, a casa de Rob y Judith Bakes, amigos de
Gwen y ahora amigos nuestros. Nos fueron a buscar a la estación de tren y nos
llevaron a casa de un amigo suyo donde resulta que hace veinte años que ven la
final del campeonato de fútbol australiano (que era ese mismo día mientras nos
hacían trabajar en Queenscliff).
Fue una fiesta con unas veinte personas que no conocíamos: nos
acogieron, escucharon nuestras aventuras y criticaron a la loca casi tanto como
nosotros. Todos fueron muy agradables y nos hicieron sentir muy bienvenidos, lo
necesitábamos. Esto es lo que distingue a los australianos.
Ahora llevamos ya una semana en casa de Rob y Judith, que son como
Unicef para nosotros, donde vamos a estar hasta el día 24 (nos vamos a Nueva
Zelanda, pero no lo digáis que es secreto).
Rob y Judith tuvieron una pizzería muy famosa en Melbourne y mantienen
el hábito de hacer pizzas de forma periódica (esto significa cada dos días).
Constantemente invitan a amigos a desayunar (sus desayunos también son famosos,
y con razón), comer o cenar a su casa, por lo que estamos conociendo a un
montón de personas. Las pizzas, por cierto, las mejores que hemos probado. Las hacen
en hornos hechos con ladrillos de barro (viven de fabricar ladrillos de barro)
diseñados por el hijo menor, Lewis, de 21 años. Han inventado un sistema
extremadamente eficiente que permite gastar mucha menos madera de lo habitual
para hacer el fuego. El sistema es increíblemente simple pero vamos a
mantenerlo en secreto.
Ayer nos invitaron a Sovereign Hill, que es un pueblo hecho
exactamente igual que en la fiebre del oro. Espectacular. Entre otras cosas
vimos como fundían oro y hacían con él un lingote valorado en 170000 dólares
australianos, casi nada.
Además hemos vuelto a ver al Dingo, hemos ido por
carreteras espectaculares entre volcanes y estamos ayudando a Rob con un
proyecto de depuración de aguas mediante métodos naturales.
Tunea mi tractor
Echando un vistazo al blog podéis ver que a medida que pasa el tiempo
llevamos tractores mayores. Pues bien ahora tenemos la misión de adecentar una
pala cargadora con excavadora incorporada. Nosotros nos encargamos de dejarla
limpia para que, en un par de días, Rob nos enseñe a arreglar el motor, apañar
las luces, usar la excavadora y la pala cargadora, etc.
Por ahora vamos a dejarlo que tenemos que dormir. La madrugada del
domingo al lunes debemos estar despiertos para ver el clásico en un bar de
Melbourne.
Visca Barça i visca Catalunya!
Enrique & Marina
PD: Sabemos que hay una personita que nos sigue atentamente desde Canyelles y que cumple años hoy sábado 6 de octubre. Feliz cumpleaños, Berta. Esperamos que esta actualización te de más historias para explicar en clase.
Debo decir que la historia de la loca-nazi-psicópata me ha recordado al capítulo de los Simpsons en el que Bart cuelga del techo de su habitación perchas para que no lo localice la liga nacional de béisbol xD
ResponderEliminarsoy Berta
ResponderEliminarGracias por acordaros de mi cumpleaños. No he podido contestar
antes porque tenía deberes.
El cumple fue muy bien, hice una fiesta de pijamas pero me dormí
la primera, porque mi madre iba a apagar las luces a la 1 y eran las 12.30 y tenía mucho miedo (veía sombras ...)
Al Joan le quitaron la gasa y se le ven los puntos tiene hilos.
Besos de todos. Berta Manzanas 10-10-2012.