jueves, 13 de diciembre de 2012

DOS SORPRESAS EN NUESTRO CAMINO A CHRISTCHURCH




Cuando planeamos nuestra estancia en la isla sur de Nueva Zelanda nos encontramos con que la distancia entre las dos últimas etapas del viaje era de casi mil quilómetros. Nos pareció una burrada así que decidimos buscar una familia a medio camino, en Dunedin (se pronuncia Danéiden, para los curiosos), que es la capital de la región de Otago.

Un pequeño inciso: después de releer el primer párrafo me pregunto por qué las islas de Nueva Zelanda no tienen nombre. Siempre se refieren a ellas como “North Island” o “South Island” a lo que hay que añadirle “of New Zealand” en caso de estar hablando con gente no-kiwi. La verdad es que aquí no se esmeran mucho en el tema de los nombres (la región del sur de la isla sur se llama “Southland”, la región que comprende los fiordos del suroeste se llama “Fiordland”, la región del oeste “West Coast”…) pero podrían haber pensado algo mejor para distinguir sus islas. ¿Os imagináis cómo sería esto en Baleares? “Me voy a Ibiza, que es la capital de la segunda isla suroeste del archipiélago.”

Primera sorpresa: Los Catlins

La zona costera situada entre Dunedin e Invercargil (pueblo importante al lado de Riverton) se conoce como Catlins. A grandes rasgos es algo así como la Costa Brava a la escocesa, en referencia a los acantilados, no a los borrachos, en tal caso habría dicho la Costa Brava a secas.



La carretera que atraviesa la zona de los Catlins tiene grandes tramos sin asfaltar, la señalización es realmente mala y tiene tal nivel de subidas y bajadas que llegamos a sufrir por el coche. “Más vale que valga la pena ir por aquí” nos dijimos al comenzar, mirando con semblante amenazador a la Lonely Planet.

Primera parada: Waipapa Point



En nuestra guía obligan a pararse aquí porque hay un faro muy bonito construido en 1884, tres años después de un naufragio donde murieron 131 personas. La verdad es que el faro es como cualquier otro faro, no tiene misterios. ¿Fiasco?



Igual sólo el ojo experto entrenado sin descanso viendo documentales de “La 2” después de comer puede apreciar de un simple vistazo lo que está mirando Marina. Lo pondremos más fácil con otra foto, algo más explícita.



Un león marino de Nueva Zelanda, especie endémica de por aquí, con su cría descansando en la playa que está al lado del faro. Los leones marinos de Nueva Zelanda son una especie única de león marino de la que se calcula hay unos quince mil ejemplares. En comparación con los leones marinos que vi en California en 2009, son casi el triple de grandes. No tuvimos miedo.

Segunda parada: Slope Point

Aquí dicen que hay que pararse porque hay una señal de foto obligada. Pues nada, nos preparamos para enfrentarnos a hordas de turistas con cámaras de fotos sobredimensionadas para su capacidad artística y nos dirigimos a hacer fotos a Slope Point.  



Parece ser que este es el verdadero punto más al sur de la isla sur de Nueva Zelanda. Entonces, ¿Qué estuvimos haciendo en Bluff? ¿El primo? Por supuesto que no. Bluff es la población más al sur de la isla sur de Nueva Zelanda. De todas formas Slope Point gana a Bluff porque “punto” es más genérico que “población”, luego Slope Point está más al sur que la población situada más al sur de la isla sur de Nueva Zelanda. ¿Qué se siente estando tan al sur? No es fácil explicarlo. Estando en el hemisferio sur ya tiene uno la sensación de estar algo colgado por los pies (gracias gravedad por no dejarnos caer) pero estando al sur del sur la sensación es de un misticismo de tal magnitud que tenemos la sensación de que en breves vamos a recibir una carta de Hogwarts invitándonos a hacer la matrícula del curso que viene.



Tercera parada: Curio Bay (Bahía de los curiosos)

Curio Bay es una bahía bonita, sin más. Pero tiene truco: la marea baja descubre un bosque petrificado desde hace 170 millones de años.



Se pueden ver tocones y troncos de varios metros caídos en el suelo. La madera se fosilizó transformándose en roca a causa de unas inundaciones en las que el agua lavó la ceniza depositada en las laderas de volcanes cercanos creando torrentes de agua, barro y ceniza. La ceniza era rica en silíceo, que impregnó la madera de los árboles transformándolos en roca en cuestión de meses.



Pero esto no es lo bueno de Curio Bay, al fin y al cabo un bosque fosilizado de hace 170 millones de años no dejan de ser “piedras viejas”. Lo interesante es que los lindes del bosque son zona de nidificación del pingüino ojigualdo (pingüino de ojo amarillo), pingüino únicamente presente en Nueva Zelanda.

Dicen de él que es muy tímido y asustadizo, que es difícil de ver durante el día y que si ve gente no va hacia el nido. Pues supongo que todo esto será verdad así que me imagino que nosotros debimos toparnos con el Cristiano Ronaldo de los pingüinos ya que se estuvo más de media hora posando ante nosotros.




Cuarta parada: Nugget Point



Otro faro. Lo interesante es el camino para llegar hasta él: un caminito estrecho con acantilados de más de cien metros a ambos lados. En un lado una colonia de leones marinos y en el otro una colonia de elefantes marinos. Tenemos fotos pero con muy poco zoom y cuesta ver a los animalitos, así que no las ponemos.

Las vistas, impresionantes.





Segunda sorpresa: Dunedin

En Dunedin estuvimos con Sarndra (léase Sandra), una señora de entre sesenta y setenta años que viaja haciendo helpex, igual que nosotros, pero con algunos años más. Toda su vida ha sido costurera, primero confeccionando trajes de caballero y luego siendo diseñadora y propietaria de su propia tienda. Igual que la Merche de Cuéntame, vamos. Entre tanto se ha dedicado a ganar concursos internacionales de poesía y a aprender jardinería y paisajismo y madre mía lo que sabe.

Esta era nuestra primera familia en una ciudad propiamente dicha y la verdad es que nos lo planteábamos como un impass entre familias. Nada más llegar a casa de Sarndra pasamos al comedor, que está justo encima de nuestra habitación, y… menudas vistas.



El trabajo que nos tocó hacer fue básicamente ayudar a Sarndra con el jardín y arreglar un drenaje, por lo que nos sentimos ingenieros por un día, que de vez en cuando sienta bien.





Por Dunedin se entra a la Península de Otago, que viene a ser algo así como una cosa muy chula.





Nos fuimos al Royal albatros Centre, situado en el extremo de la península, que es un centro de investigación que han abierto al lado de la única colonia de albatros real del mundo en tierra firme. Anidan unas 14 parejas de albatros y un montón de gaviotas y cormoranes. El albatros real es el segundo albatros más grande del mundo, con una envergadura de hasta 3,5 metros, lo que es más que Pau Gasol con los brazos levantados. Nosotros vimos dos albatros volando alrededor de un barco lleno de turistas que se acercó a la colonia.



Hacía tanto viento que costaba caminar. Las gaviotas más atrevidas levantaban el vuelo y se quedaban como suspendidas sin mover las alas, muy bonito.




Y al volver a casa, un regalito.



En cuanto a la ciudad, la verdad es que no está mal. Tienen el edificio más fotografiado de Nueva Zelanda, que es la estación de trenes (Estilo Eduardiano, construida en 1906). Nosotros hemos contribuido con un par de fotos, esta es la más bonita.



De todas formas lo más interesante que hemos hecho en la ciudad ha sido visitar la fábrica de chocolate Cadbury. La marca es de origen inglés (Nueva Zelanda es de la Commonwealth) pero la fábrica de Dunedin era originalmente una fábrica de chocolate de una familia local, que la vendieron a Cadbury en los años 20.



Ahí pudimos ver cómo fabrican los distintos tipos de chocolates Cadbury y, lo mejor de todo, una cascada de chocolate: 1 tonelada de chocolate en 30 segundos, en una caída de más de 10 metros. Toma ya. Evidentemente durante la visita vas probando lo que fabrican. 

No hay fotos del tour porque en Nueva Zelanda está prohibido entrar a una fábrica o centro donde se procesen alimentos con elementos que contengan piezas de cristal (nos tuvimos que quitar las joyas y los relojes también).



Al loro con la foto del mapa, que tiene Australia y Nueva Zelanda en el centro.

Otra cosa interesante que tiene Dunedin es Baldwin Street, la calle residencial más empinada del mundo, con una rampa del 35 %. En la foto no se aprecia mucho, pero realmente es muy empinada.



Nos gustaría acabar la actualización con una anécdota. En Nueva Zelanda están muy orgullosos del respeto que tienen por los Maoríes, al contrario de lo que sucede en Australia con los Aborígenes. Mucha gente explica que es porque en Nueva Zelanda el imperio Británico puso a prueba la colonización pacífica mediante pactos. Muy bonito. Nosotros hemos indagado mínimamente (es cuestión de preguntar más) y hemos averiguado la verdad: los ingleses llegaron a Nueva Zelanda con la misma actitud que a Australia (igual que los Conquistadores Españoles a América) pero aquí se encontraron con que los Maoríes, además de enormes, tenían una táctica de guerra muy buena: las trincheras. ¿Resultado? Los ingleses colonizaron mediante pactos porque durante 30 años (1845-1872) lo único que hicieron fue morir a manos de los maoríes. Como contrapartida exportaron las trincheras a la primera guerra mundial.

Pues esto es todo por hoy desde Christchurch, donde estamos desde el lunes. Ya os contaremos qué tal en la próxima actualización.

Enrique & Marina

4 comentarios:

  1. Bien por las novedades laborales de esta entrada. El paisaje muy bonito, la fauna interesante y vosotros guapetones.
    Besos
    MAT

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  2. bellos paisajes,
    chicos FELIZ NAVIDAD, brindaremos por vosotros.
    Besos desde Valencia
    Familia Toribio-Alvarez
    Mª José

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  3. http://www.google.es/santatracker/#/tracker/location/christchurch !!!

    843907 regalos! Alguno para vosotros??

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  4. Preciosos rincones los que nos mostráis a través de vuestras fotografías e interesante información. Gracias y felicitaciones por vuestros viajes. Saludos.
    Ramón

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