La jornada empezó
para mí el día 28 de diciembre a las tres de la madrugada. Tenía que estar en
Kaikoura a las 05:20 para coger un barco e ir a nadar con delfines. Marina no
me acompañó porque se marea mucho en los barcos, cosa que ya le sucedió en la
Gran Barrera de Coral en Australia.
Cogí el Honda Civic 16V del año 87 de Bill y Marion y me dirigí hacia Kaikoura por la Highway 1, llena de camiones que iban iluminados como si fueran árboles de Navidad, muy glamurosos.
Cogí el Honda Civic 16V del año 87 de Bill y Marion y me dirigí hacia Kaikoura por la Highway 1, llena de camiones que iban iluminados como si fueran árboles de Navidad, muy glamurosos.
La empresa con la
que tenía contratada la excursión se llama Dolphin Encounter y es la única que
tiene licencia para bañarse con delfines, en concreto con los delfines Dusky
residentes en Kaikoura. Es una empresa pequeña fundada por un matrimonio que
pensó que la experiencia de nadar con delfines es más útil para concienciar a
la gente sobre la biodiversidad de los océanos que hacer mil documentales. De
este modo cada día hacen tres viajes con 16 personas para nadar con los
delfines.
Al llegar a la sede
de Dolphin Encounter nos reunieron a todos y nos comentaron que ellos tienen
tres niveles de estado de la mar con los cuales salen a navegar: suave, medio y
fuerte. En nuestro caso estábamos en nivel muy fuerte (hay un ciclón rondando
por Nueva Zelanda desde hace un par de días) así que nos preguntaron si
queríamos salir o no. Nos comentaron que con el oleaje que había era muy
probable que todos nos mareásemos, no por el rato en el barco sino por el rato
nadando. Todos optamos por la opción de hacer como quien oye llover y dijimos
que no habíamos madrugado para quedarnos en tierra. Así que nos dieron los
trajes de neopreno, la máscara, el tubo y las aletas y nos pasaron un vídeo con
recomendaciones de seguridad, la gran mayoría de sentido común.
Nos vestimos con
nuestros trajes de piel de foca sintética y nos fuimos directos al embarcadero.
No había sueño a pesar de ser las 6 de la mañana, no había frío a pesar de
estar a 10 grados, todas las caras eran de ilusión… y algo de miedo, claro. El
mar se veía muy agitado y los delfines Dusky son animales salvajes de 2 m de
largo y 100 kg de peso, lo que infunde cierto respeto.
En el camino al
barco nos explicaron por qué Kaikoura es una de las zonas del planeta con mayor
biodiversidad marina. Justo a 500 m de la costa de la Península de Kaikoura se
encuentra el Kaikoura Kanyon, que es una de las maravillas de los océanos.
Tiene una profundidad de entre 2 y 3 km y en él convergen dos grandes
corrientes oceánicas de tal forma que una gran cantidad de nutrientes emergen
hacia la superficie del mar. Esto genera la aparición de pequeños crustáceos
(Krill) y grandes bancos de peces, que son el alimento del mar. Es por esto que
Kaikoura es considerada la capital mundial de las aves marinas y es famosa por
sus mamíferos marinos residentes: ballena azul (33 m), cachalotes gigantes
(18,5 m), ballenas jorobadas (15 m), delfines, orcas, focas… Allí en medio
íbamos a ponernos a nadar nosotros, qué cague.
En fin, salimos en
busca de delfines. El barco avanzaba como podía cuando el skipper (el conductor),
que es el dueño de la empresa, dijo “wandering albatross”, que en castellano es
albatros errante. El albatros errante es el albatros de mayor tamaño de las 14
clases de albatros que existen (es algo mayor que el albatros real que vimos en
Dunedin) y que viven en Kaikoura. Tiene una envergadura media de 3,6 m lo que
le convierte en el ave con mayor envergadura del mundo. Para hacernos una idea
mejor, si utilizamos la nueva unidad de media del sistema internacional, el
paugasol (1 pg = 2,16 m), el albatros errante tiene 1,7 pg entre las puntas de
las alas. En definitiva: es enorme. Cuatro albatros errantes rodearon el barco
volando a ras de agua, y cuando digo a ras de agua quiero decir que parecía que
en cualquier momento iba a tocar el mar con la barriga. Esto en un lago es
impresionante, pero no tanto como en el mar con olas de casi dos metros.
Espectacular. Aquí hacen tours para ver albatros y Marina y yo nos
preguntábamos si realmente había gente que pagaba por ir a verlos. Después de
esto yo pagaría por hacer un tour sólo para ver albatros.
En estas estábamos
que localizamos un grupo de más de 100 delfines que iban desplazándose a gran
velocidad. Nos pusimos en su camino y nos dieron orden de ir al agua. El
procedimiento no es sencillo ya que el barco no se detiene, sólo reduce la
velocidad. Nos sentamos en grupos de ocho en la popa y cuando suena una sirena
nos tiramos al agua. Recomiendan hacer ruidos con el tubo para atraer a los
delfines, dicen que si no funciona por lo menos los que se quedan en el barco (existe
la opción de no nadar, que es más barato) se ríen un poco.
Vamos al agua. Está
helada y apenas se ve nada. Las olas no parecían tan altas en el barco. Me
pongo en posición neutra, flotando. Voy mirando al fondo pensando que debajo
tengo entre 2 y 3 km de abismo, despensa de calamares gigantes para los
cachalotes. Esto parece una centrifugadora, ahora entiendo lo que avisaron del
mareo. Hago un esfuerzo y me sumerjo, misión complicada ya que el traje de
neopreno hace las veces de flotador, pero puedo bajar un par de metros gracias
a las aletas. Una vez allí me doy cuenta de que estoy en medio de un inmenso
banco de krill (son como gambas de 1 cm). Me vienen a la memoria imágenes de
documentales en los que se ve cómo entre atunes, ballenas y demás animales
acaban con un banco de krill en cuestión de minutos. Madre mía, dónde me he
metido. Una sombra gris pasa por mi lado a gran velocidad. Otra pasa por
debajo. ¡Delfines! Pero qué rápido van. Suena la sirena del barco, señal de
volver a bordo de inmediato. Tampoco es fácil subir al barco porque las olas
son enormes. Al llegar a cubierta ya hay tres personas abrazadas a cubos de
vomitar. Una niña llorando porque le ha dado mucho miedo (no la vuelven a dejar
ir al agua debido al oleaje) y un par de nadadores que se han dado un golpe con
el barco al tratar de subir. Los guías nos comentan que es muy raro que los
delfines naden tan rápido. Retomamos la marcha a ver si los delfines se paran.
Volvemos a localizar al grupo y repetimos el mismo procedimiento, con idéntico
resultado. Ahora hay más personas con cubo. Los guías no paran de repetir que
no es normal este comportamiento. El capitán localiza centenares de aves en el
agua, en la dirección que seguían los delfines. Suponemos que deben ir a comer.
Automáticamente vuelvo a recordar documentales. Yo ahí dentro no nado.
Afortunadamente parece que el banquete se está acabando ya que las aves
emprenden el vuelo. De repente, sin darnos cuenta, estamos rodeados de
delfines, nadando en círculos alrededor del barco. Suena la sirena y vamos
todos al agua. Os dejo el vídeo.
Vuelvo al barco. El
espectáculo es dantesco. Todo el mundo está muy contento, pero llevamos un
mareo encima considerable, por lo que cada uno tenemos un cubo por si acaso.
El
capitán informa que ahora nos vamos a estar quietos porque los delfines están
empezando a saltar y es espectacular y así la gente que no ha nadado puede
hacer fotos. Yo ya no tengo memoria en la tarjeta así que me limito a mirar sin
preocuparme de la cámara.
Pasados unos
minutos la gente se empieza a acomodar como puede, siempre abrazados a sus
cubos. Los guías van uno por uno comentando si nos vemos con fuerzas para una
sorpresa. Evidentemente que sí. Nos piden que nos dirijamos a la proa así que
los que aún nos tenemos más o menos en pie vamos hacia allá. El capitán informa
que en 10 minutos veremos de qué se trata. Hace frío, el cielo se ha
encapotado, las olas son cada vez más grandes y estamos mareados, pero cinco
valientes aguantamos en la proa del barco. El capitán nos ordena mirar
fijamente a estribor: ORCAS.
Estamos navegando
al lado de una familia de entre 30 y 40 orcas, mi sueño desde que el Zoo de
Barcelona vendió a Ulises. Es mágico. La foto que he puesto no la hice yo (ya
no me quedaba memoria), la hizo uno de los guías y me la ha pasado por mail.
Nos rodean, pasan por debajo del casco, juegan con la estela del barco… hay
ejemplares grandes y crías. De repente, algo rezagado, aparece una aleta que
llega hasta donde tenemos los pies, lo que significa casi dos metros de altura.
Es el macho. Inmenso.
Por ahora vamos a
dejarlo aquí. Esta es la última entrada de 2012. Mañana tenemos el vuelo de
vuelta a Melbourne, donde vamos a pasar fin de año. Ya os iremos contando, pero
más adelante.
Feliz año nuevo a
todos!
Enrique &
Marina
Vaya manera de despedir el año!!!! ^^ cada entrada digo lo mismo pero.... ¡¡¡¡qué envidia!!!!
ResponderEliminarUn besote y feliz año nuevo a vosotros también :)
Impressionant! ^^ Quina enveja que feu tot i els marejos!
ResponderEliminarSuposo que la Marina et deu odiar (i molt) després d'haver viscut una aventura així! :o
Per cert, cantes sempre així sota la dutxa? XD
Bon any nou!!!
PD: Les onades no semblaven tant grans certament jeje
No l'odio, en realitat. El meu problema amb el seasick es increible... (30 sickbags a la Great Barrier Reef, recordes? xD) Si hagues anat no hagues pogut nedar segur (per no ofegar-me i tal) i no hagues vist massa mes a part del fons de la galleda de vomitar.
EliminarCuidar de les gallines i les vaques no es tan gamuros, pero jo m'ho passo be.
Pero enveja, si! I molta! Que vist aixi el comentari sembla que els dofins em siguin igual. No, no!! Em moro d'enveja!!!
EliminarMuy buen blog que define perfectamente lo que se trata bloguear, escribir un diario sobre lo que hacemos.
ResponderEliminarComo me gustaría conocer todos esos lugares tan increíbles.
Oliver
Solo te digo que menudo TOCHACO. La actualización muy molona, claro está... pero sólo 1 foto y 1 vídeo? Espero que la próxima tenga ración doble de fotos o empezaré a llamaros Vide!
ResponderEliminarY que Marina nos explique su día con las gallinas y vacas!
Nos ha encantado vuestro, bueno tu, final de año, apuraste hasta el último día para ir a nadar entre delfines, me alegro que el final lo consiguieras a pesar del mar tan movido.
ResponderEliminarFeliz año Nuevo.
Besos
MAT
Increïble titos!
ResponderEliminarFeliç de veure que tot per allí us va de conya! A disfrutar i a seguir postejant!
Bona entrada d'any!
Arnau Dòria
Hay quien, hace más de 20 años, ya se bañaba con dos orcas, una ballena, un cachalote y un tiburón...aunque era en la bañera de casa. Sueño cumplido después de tanto tiempo.
ResponderEliminarComento poc però llegeixo sempre. Les històries que viviu semblen genials :)
ResponderEliminarI, com sempre, la qualitat narrativa es manté. Bé, bé!
2 abraçades.
Jaume