sábado, 28 de julio de 2012

TRES ESCALAS Y TRES CENAS




La pela es la pela. Filosofía absolutamente válida y acertada para describir a los tres valientes que empezamos el viaje juntos: Òscar (valiente number one ya que llega hasta Nueva Zelanda), Marina y yo.

Viaje 1: Barcelona - Venecia (aeropuerto Marco Polo)

Volamos con Air One, filial lowcost de Alitalia. Salimos de Barcelona a las 20:30 y llegamos a Venecia alrededor de las 22:30. En el avión no nos dieron ni agua pero por lo menos no perdieron las maletas.

Marco Polo, gran explorador y mejor aeropuerto, si cabe. Llegar a las 22:30 supuso encontrarnos la Oficina de Información cerrada, podemos aceptarlo porque puede ser debido a los recortes de Rajoy, que llegan muy lejos. Después de aceptar que nos íbamos a tener que quedar a dormir en el aeropuerto (el resto de opciones eran nivel Marriott y superior) fuimos a la consigna a dejar las maletas, por eso de poder dormir con los dos ojos cerrados, claro está. ¿Adivináis cómo estaba la consigna? Bravo, cerrada. El horario era de 5 a 21, fantástico para los transfers nocturnos. 


Marina, Òscar y yo decidimos ponernos en “modo homeless” para detectar con precisión lugares adecuados para pasar la noche. El personal del aeorpuerto con el que pudimos hablar sólo supo decirnos que el aeropuerto cerraba de 1 a 5 de la madrugada (curiosidad: hasta las 2 de la madrugada había llegadas programadas) pero que no había problema para quedarnos dentro. Localizamos un restaurante (cerrado, por supuesto) con unas sillas acolchadas donde un valiente pionero había abierto la veda de la concesión como dormitorio. Este restaurante se llamaba L’Orto, aunque ahora lo conocemos como Hotel Lowcost L’Orto. La verdad es que no estuvimos tan mal, hicimos una muralla de sillas acolchadas alrededor de la maletas, y nos estiramos en las sillas. 


Conseguimos ir dormitando hasta que a las 2 de la madrugada vino el operario de limpieza de lámparas, que estuvo trasteando hasta las 5 con las luces encendidas.

Viaje 2: Venecia - Estambul (aeropuerto Sabiha, Asia)

Salimos de Venecia a las 12 y llegamos a Estambul a las 15 (hora local) sin problemas. Este era el punto estresante del viaje, ya que teníamos 5 horas para cambiar de aeropuerto y conocemos la fama del tráfico de Estambul. La carrera había comenzado: Óscar logró alzarse el primero al apagarse la señal luminosa del cinturón en el avión. Hizo un parapeto y Marina y yo fuimos siguiéndole adelantando en el finger a cualquier iluso que había osado salir antes que nosotros. Sólo un turco llegó antes que nosotros a inmigración. Fuimos tan rápidos que ni siquiera habían llegado los policías de los controles de visado. Una vez llegaron a sus puestos, un policía turcochino nos dijo que para entrar en Turquía había que comprar el visado antes, en una oficina donde, al llegar, no había nadie. Insistió en hacernos retroceder, sin entender nada de lo que le decíamos. Fuimos a la susodicha oficina y justo el funcionario que vende los visados (son como cromos de Panini de los 50) llegaba con un montón de ganas de trabajar. Quince euros por persona y ya podíamos entrar en Turquía. Recogimos la maleta y a la salida ya nos estaba esperando el jefe de los fragonetistas que nos iban a llevar hasta el otro aeropuerto de la ciudad.  Este señor resultó ser un kosovar huído en los años 90 para no luchar en una guerra que decía no era del pueblo.

Viaje 2’: Estambul (aeropuerto Sabiha, Asia) - Estambul (aeropuerto Atatürk, Europa)

Teníamos 4 horas para llegar a tiempo a facturar. Nos montamos en la furgoneta, conducida por un turco de unos 20 años con poca idea de inglés, y salimos pintando. Las líneas de los carriles y los arcenes son meramente una sugerencia, que no respeta nadie. Lo que tienen en común con Catalunya es la presencia de peajes, era como estar en casa. Comprobamos que el TeleTac te detecta aunque pases a más de 50 km por hora, estos de telecos… Fuimos a ritmo de F1 hasta que tuvimos que tomar uno de los puentes que cruzan el estrecho del Bósforo y  atravesar el centro de la ciudad. Llegamos al aeropuerto en media hora de F1 y dos horas de caravana. De Estambul podemos destacar: un Rolls Roice, un Porsche Panamera, infinidad de mezquitas, infinidad de banderas de Turquía y que todos los turcos tienen narices iguales.


Una vez en el aeropuerto, Óscar se dejó la mochila en el control de entrada de terroristas, con el consiguiente susto, ya que se dio cuenta pasados 10 minutos. Nos costó descubrir que en Atatürk facturas en el mostrador que quieras, teniendo en cuenta que están agrupados en grupos de 10 con una única cola, con sus consiguientes problemas de prisas. Una vez facturadas las maletas y pasados los controles teníamos media hora de asueto. Como estábamos cansados fuimos directamente a la puerta de embarque. A la hora programada del embarque ahí no había operarios así que sospechamos. Por casualidad Óscar escuchó a una pareja que comentaba que ¡habían cambiado la puerta de embarque sin avisar! La nueva puerta estaba en la otra punta de la terminal, así que fuimos corriendo. Llegamos los primeros, otra vez. Los trabajadores de la compañía insistían en que habían avisado del cambio, pero la falta de gente no les daba la razón; ahí no había pasajeros. Finalmente todo se solucionó y no tuvimos que viajar solos en el avión, lástima.

Viaje 3: Estambul - Abu Dhabi

El vuelo salió puntual a las 20:30 y llegó a Abu Dhabi a la 1 de la madrugada. Los musulmanes están de Ramadán y el vuelo coincidía con las horas en que Alá les permite comer. De este modo hemos tenido la oportunidad de ver como algunos musulmanes acababan la zona ramadaniana del día a base de dátiles y refrescos de moras (esto da pie a chistes, los sabemos). Otros lo han celebrado fumando en el lavabo.

En Abu Dhabi no tuvimos que pasar por inmigración, nos quedamos en la zona de transfers, que es más grande que el aeropuerto de Venecia. Ahí nos hemos muerto de frío (reparten mantas) a pesar de que en el exterior rondan los 50 grados. Hemos pasado la noche trasteando por el aeropuerto, cenando hasta tres veces gratis en el McDonald’s, dormitando en sillas especiales... 


Cabe destacar la presencia de una mezquita en la zona de transfers a la que se entra desde el lavabo. Muchos musulmanes usan dicha mezquita, donde se prohíbe expresamente dormir, para dormir. Como curiosidad, en los wáteres hay una alcachofa de ducha, según Marina idónea para ducharse.

Viaje 4: Abu Dhabi – Sydney

14 horazas de vuelo que hemos aguantado como unos campeones. En este vuelo Òscar ha estado sentado unas filas delante de nosotros, pero hemos ido hablando por el chat interno del avión. El avión, de 368 plazas de capacidad, tenía un montón de gadgets electrónicos: juegos, televisión, películas y series a la carta… aunque nosotros hemos intentado dormir lo máximo posible. Nos han ido dando de comer constantemente y nos han tratado perfecto.

Al bajar del avión nos hemos despedido de Òscar, que seguía hasta Nueva Zelanda, con un fuerte ¡Ànims Òscar!

Al llegar a Sydney nos hemos dispuesto a pasar el control de inmigración y aduanas más estricto del mundo. Te preguntan y controlan mucho, pero no es tan dramático como puede parecer en el programa de la tele (Border Control, en Discovery Max o Explora). La conclusión es que si avisas de lo que llevas, y son cosas normales, no hay ningún problema. En una hora estábamos fuera, rumbo al Eva’s Backpackers, desde donde escribimos esto.

No hemos visto nada de Sydney porque estamos reventados del viaje, pero hemos visto que hay tours gratuitos desde el albergue (gratis eeeeehhhhh).

Este post ha sido muy largo pero es que 50 y pico horas de viaje dan mucho de sí. 

Hemos actualizado la configuración del blog para que cualquiera pueda comentar como anónimo sin estar registrado en ningún lado. Si comentáis poned al final quién sois porque nos hará gracia saberlo. 

Enrique & Marina

miércoles, 25 de julio de 2012

EL PER QUÈ DE TOT PLEGAT



En constantes alardes de sentido común y conciencia política nos hemos dedicado a ir confiando nuestro futuro a analfabetos como Montilla, incapaces como Clos, puteros como Gil, corruptos como Camps y corruptores como Zaplana, débiles mentales y pusilánimes como Zapatero y lerdos como Rajoy “Marianico el Recorto”. Así nos va.

En el contexto actual de crisis de valores, que irremediablemente ha desembocado en una gran depresión económica, los que hace unos años decidimos estudiar Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos nos hemos encontrado con una realidad que no esperábamos. El sector de la construcción era la clave de bóveda de nuestro sistema económico y ha caído estrepitosamente gracias a nuestra avaricia y a nuestra enorme casposidad a la hora de ser nuevos ricos europeos.

Toda una generación de jóvenes como Marina y yo nos hemos encontrado con la mejor preparación y formación intelectual de toda la historia moderna de España, la España de los JASP (jóvenes, aunque sobradamente preparados). Esta generación, sin comerlo ni beberlo, va a pagar por los pecados de sus mayores un precio, de momento, con el 21 % de IVA (intentaremos pagar en negro, para ahorrarnos un piquito y así de paso hacer honor a nuestra españolidad, motivo de orgullo desde que ganamos a fútbol).

Esta crisis que nos azota ha logrado una cosa que, en cierto modo, es de agradecer: nos ha abierto las puertas hacia un futuro incierto, del cual tenemos las riendas. Podemos hacer lo que queramos. Esta crisis nos brinda la oportunidad de tomar caminos alternativos al marcado de antebrazo desde que entramos en la escuela primaria; probablemente nos ha brindado esta oportunidad de una forma algo cruda, pero no miremos el continente sino el contenido: somos libres. Probablemente la gran mayoría de nosotros estamos barajando diferentes opciones de futuro que no nos habríamos ni planteado en caso de no existir esta crisis. Opciones emocionantes y ambiciosas que, puede que las veamos con cierta cobardía, desconfianza o recelo, pero son nuestras opciones. De cómo lidiemos con estos sentimientos que produce lo desconocido dependerá nuestro éxito tanto personal como profesional.

Marina y yo nos vamos de viaje. Nos vamos de viaje a Australia. La idea es conocer el país a base de vivir con familias australianas en calidad de “helpers”. ¿Qué quiere decir eso? Existe una forma de viajar muy común en esos lares que consiste en trabajar a cambio de alojamiento y comida. Es una opción de viaje por la que optan muchos jóvenes estudiantes que se encuentran entre el college y el bachelor (a los 18 años aproximadamente). Hay familias que precisan ayuda con el ganado, otras que necesitan mano de obra para el mantenimiento del rancho o granja… Hay casos de personas mayores que lo que quieren es que, por ejemplo, alguien que ocupe el piso de arriba de su casa, piso al que no acceden por no subir escaleras. Hay familias que lo que quieren es que los hijos conozcan gente extranjera para que no se piensen que todo el mundo es igual que ellos. Hay familias que tienen un rancho y que necesitan ayuda en la construcción de un cercado, cuidado de los animales o mantenimiento del “jardín”. Lo habitual es que, a cambio de vivir con ellos, trabajes entre 4 y 5 horas diarias. Es un trato que nos parece justo.

Obviando el tema económico, la opción de vivir con familias australianas como forma de viajar es una gran oportunidad de aprender inglés, ganar soltura y fluidez y perder un poco la vergüenza conociendo a otras personas y estilos de vida. Es una aventura muy emocionante que estamos impacientes por emprender.

Si se mira el plan desde una perspectiva romántica propia de los 60 (On the road de Jack Kerouak, recomendado queda) puede dar la impresión de que nos hemos liado la manta a la cabeza y nos vamos a Australia por las bravas a buscar familias que nos acojan, improvisando y viviendo al día, en busca de un futuro mejor. Nada más lejos de la realidad. No hay nada improvisado en este viaje. Ya hemos contactado con las diferentes familias con las que vamos a estar hasta mediados de octubre y sabemos cómo vamos a llegar hasta ellas. Controlamos el visado de estancia en Australia y tenemos un seguro de viaje que nos cubre las espaldas. Hemos hecho cálculos económicos y elaborado un buen presupuesto, detallado y realista. Somos conscientes de que asumimos un cierto riesgo al viajar así, pero lo minimizamos con toda la previsión y sensatez con la que planeamos esta aventura. Queremos volver a casa, aunque sólo sea para enseñaros las fotos que hagamos.
Este blog nace con el objetivo de que podáis seguirnos y acompañarnos desde la distancia. Hablaremos de las cosas que hagamos y de cómo vamos gestionando este viaje: experiencias con las familias, evolución de nuestro inglés, descubrimientos espectaculares, actividades increíbles,  experiencias paranormales y encuentros con koalas, canguros, Russell Crowe y demás fauna mortífera oriunda de la zona.

Escribir sobre nuestras experiencias, aciertos y errores, victorias y derrotas, es una parte importante del proceso de aprendizaje personal que pretendemos conseguir con este viaje y puede seros de gran utilidad si os animáis a emprender una aventura similar. Iremos actualizando el blog siempre que podamos, procurando hacer entradas con un mínimo de calidad que sean agradables de leer. Para llevar esto a buen puerto dependemos del wifi al que podamos tener acceso, gratuito por supuesto, así que si estamos un tiempo sin dar señales es porque el wifi no es gratis, porque directamente no hay conexión a internet o porque es tan asombrosamente increíble lo que estemos viviendo que no sabemos expresarlo con palabras. 

En resumen: hacemos el blog para que nuestras familias sepan de nosotros, vean alguna foto y estén tranquilas.