martes, 22 de septiembre de 2015

TONGA: EL PASAPORTE ERRANTE



Uno de los motivos para extender nuestra estancia en Nueva Zelanda, sino el principal, era ir a Tonga en algún momento entre julio y septiembre, temporada de ballenas. Otro de los motivos era el de tener una base de operaciones fija para solicitar el visado Working Holiday para Canadá. El otro motivo era para poder renovar el pasaporte tranquilamente en noviembre en la Embajada de España en Wellington.

Al volver de Filipinas planeé el viaje a Tonga, compré los billetes de avión Queenstown-Auckland, Auckland-Tonga y reservé alojamiento y actividades para la semana que iba a pasar ahí.

Tres días antes de partir hacia Tonga descubrimos que para conseguir el visado para Canadá debíamos hacer un par de gestiones que implicaban enviar el pasaporte a la Embajada Española en Wellington, para que allí hiciesen una fotocopia y la compulsasen. Que ya me diréis lo complicado que sería enviar ya una fotocopia previamente compulsada en Queenstown y así nos ahorramos estar indocumentados, en fin.

Así que ni cortos ni perezosos enviamos los pasaportes a la Embajada. El día de mi cumplaños, que fue perfecto por cierto, justo antes de ir a dormir Jess me preguntó acerca de una carpeta que teníamos en la mesa de la cocina. “Es donde guardo el pasaporte” respondí. Fui a cogerlo para enseñárselo y, sorpresa, no estaba. Me puse a buscarlo y le comenté a Marina que no lo encontraba. En un segundo perdió el poco color que tiene en la cara (es invierno y ella ya es paliducha de por sí) y me dijo “los enviamos ayer a Wellington”. No me desmayé porque acabábamos de tomar tarta de Santiago. ¡Hay que ser zoquetes! Enviamos el pasaporte a la otra punta de Nueva Zelanda a dos días de tomar un vuelo internacional. Un aplauso, por favor.

Al día siguiente seguimos el paquete por internet y vimos que lo habían dejado en el apartado de correos de la Embajada las 5 de la mañana. Envié un mail a la Embajada pidiéndoles que fuesen a mirar el correo y que si estaba mi pasaporte que ni se les ocurriese enviarlo de vuelta. Marina les llamó y confirmó que tenían el pasaporte y que esperaban instrucciones. Fenomenal, el pasaporte estaba localizado y yo tenía tiempo para cambiar los vuelos y, en lugar de hacer Queenstown-Auckland al día siguiente podía hacer Queenstown-Christchurch-Wellington aquella misma tarde (conseguí el último asiento del último vuelo del día) y entonces volar a Auckland al día siguiente después de recoger el pasaporte.

Aquel día en el trabajo estuve bastante nervioso organizando todos estos cambios así que no desayuné. Menuda sorpresa cuando se organizó una cata de vodka y ginebra en el bar con el dueño de la destilería del Blue Duck Vodka y Black Robin Gin. Me sentó como un tiro, pero sobreviví. Jason me llevó volando a casa a las 2 y media, hice la mochila todo lo rápido que pude y fuimos al aeropuerto. Allí me encontré con Marina y con Steve y Judy de Jester House, que estaban de visita por Glenorchy, y pudieron despedirme como a un bravo soldado.

Llegué a Wellington a las 11 de la noche sin problemas y me alojé en el YHA del centro, cerca de la embajada. Al día siguiente fui a la embajada y recogí el pasaporte, menuda ilusión me hizo tenerlo en las manos.

Como no tenía nada que hacer en Wellington me fui al aeropuerto 4 horas antes de mi vuelo. Fui a hacer el check in y la máquina pitó: el pasaporte no era válido. Llamé al encargado de Air New Zealand y me dijo que Tonga prohíbe la entrada si el pasaporte tiene una validez inferior a seis meses. El mío caduca en enero. Llanto y crujir de dientes.
Llamo a la embajada y me dicen que me lo renuevan, que tardará un mes. Gracias, intútiles. Llamamos al consulado de Tonga y no contestan. El señor de Air New Zealand me dice que me puede hacer viajar a Auckland sin coste adicional en el vuelo que sale en 10 minutos pero que ahí no me dejarán volar a Tonga. Me dice que el consulado de Tonga está en Auckland y que viajando en el siguiente vuelo tengo tiempo de ir a ver qué se puede hacer. Acepté el trato y volé a Auckland en primera clase, de lujo.

Una vez en Auckland llamé al consulado y contestaron. Me dijeron que me podían hacer una carta para inmigración que me iba a costar 230 dólares en efectivo pero que me aseguraba la entrada. Cogí un taxi y fui al consulado pitando. Allí una señora muy amable me hizo la carta, tomándose su tiempo, pagué la factura del dentista de su hijo y me fui en el mismo taxi, que acabó costando 140 dólares. Llegué al aeropuerto con el tiempo justo de hacer el check in e ir hacia la puerta de embarque. El avión acabó saliendo con retraso, ver para creer.



Al final, 24 horas después del gran susto, llegué a Tongatapu, pasé el control de inmigración, pisé Tonga y besé el suelo como el Papa JP2. Fui directo al albergue donde iba a pasar la noche y me puse a dormir.


Enrique

lunes, 7 de septiembre de 2015

BUCEO EN PECIOS JAPONESES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN CORON

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Y a Busuanga llegamos en avión, como señoritos. Porque no nos fiábamos demasiado de los barcos filipinos, con tendencia a naufragar. Tardamos más o menos lo mismo pero ni nos mojamos, ni nos mareamos ni nos llenamos las chanclas de arena.




En Busuanga nos alojamos en la ciudad de Corón, algo así como la capital. Estuvimos en una casa flotante en el barrio chungo pero ni lo notamos. Lo de que el barrio era chungo quiero decir. El plan en Coron era que Marina se sacase la licencia de buceo (Open Water Diver), que pudiésemos bucear en pecios y, ya de paso, darnos una vuelta en moto por la isla.




Hicimos todas las inmersiones con el centro de buceo Rocksteady, donde Marina aprobó a la primera su curso Open Water y donde ambos obtuvimos el permiso para bucear hasta 30 metros de profundidad (indispensable para los pecios, que estaban muy abajo). Pero vayamos por partes.




Barracuda Lake

El Barracuda Lake es un lago de agua dulce y salada encajonado entre montañas donde, al no haber corrientes, se puede ver perfectamente la termoclina entre el agua dulce y el agua salada. El agua dulce se encuentra a unos 31 grados de temperatura mientras que el agua salada, que brota por un túnel al fondo del lago (unos 25 metros de profundidad), está a 38 grados centígrados.




Es impresionante como ambos aguas no se mezclan, generando la sensación de haber un lago dentro del propio lago, al generar el agua salada un efecto espejo en la termoclina. Debido a la diferencia de temperaturas también es posible, y divertido, tener el cuerpo en el agua salada a 38 grados y la cabeza en el agua dulce a 31, como si estuvieses en un jacuzzi submarino.

Okikawa Maru

Fue un petrolero de la armada japonesa que se hundió debido al alcance de las bombas de la aviación norteamericana. Es el pecio más grande de la zona.

Buceamos por la cubierta hasta encontrar el boquete de la bomba que lo hundió. Una vez ahí nos metimos dentro y la verdad es que es toda una experiencia. Está todo muy oscuro pero no hay corrientes así que con linternas se ve bien. Nos paseamos por las habitaciones de los tripulantes, por los tanques de petróleo, por la zona de máquinas y por la cocina y el comedor. A veces es un poco claustrofóbico pero a mí me encantó. Marina es más de arrecifes de coral y luz del sol.

Buceamos en más pecios y arrecifes, pero no tenemos ninguna foto porque no tenemos una cámara que pueda llegar a más de siete metros de profundidad. Nos tendremos que fiar de nuestra memoria fotográfica.

El paseo en moto

Como ya viene siendo habitual alquilamos una moto y nos fuimos a dar un paseo. Nos lo pasamos pipa a pesar de pillarnos un chaparrón de tomo y lomo. Dejó las carreteras embarradas y resbaladizas pero la moto tenía ruedas todoterreno así que fue muy divertido.




Durante el paseo conocimos a un señor escocés (ingeniero de caminos en Dubái) que hace algunos años se compró una isla en la zona y que ahora planea hacer ahí un hotel. Nos invitó a unas coca colas en su casa de la playa donde conocimos a su padre y a su mujer filipina.




También conocimos a Tatoo Mike, que dejó Dinamarca porque, a pesar de ser rico porque trabajaba mucho, no era feliz porque no tenía tiempo de disfrutar de su dinero. Ahora tiene un bar en un pueblecito de Busuanga y dice que es muy feliz.




En Coron nos reconciliamos un poco con Filipinas, por el submarinismo, por el día en moto y por lo bien que estuvimos en la guesthouse (Patrick and Tez). Pero no creo que volvamos, por mucho que se esfuercen en repetir eso de que “is more fun in the Philippines”.



Enrique & Marina
English version

DIVING IN THE JAPANESE WWII SHIPWRECKS OF CORON


And we got to Busuanga by plane, like posh kids. Philippine boats are not too reliable and have this funny tendency to sink. It took us pretty much the same time but our thongs stayed clear of sand and we kept ourselves dry and away from motion sickness.




In Busuanga we stayed in the city of Coron which is something similar to the capital. We settled in a floating house in a poor neighbourhood but we didn’t even notice this last fact. Our plan in Coron was that I would get my Open Water Diver license, dive in the Japanese wrecks and maybe go for a little motorbike tour around the island. 



We booked all our diving trips and training with Rocksteady. I had the best instructor I could ever have and I past my exam quite easily and I felt super comfortable all the time. Then, we both did an immersion to get the permit to dive up to 30 metres deep so we could visit the deepest wrecks and as a bonus, we both would have the same deep limit from then on. But let’s go little by little. 




Barracuda Lake

Barracuda Lake is a fresh and salty water lake enclosed between mountains where there’re no currents, therefore the thermocline between the fresh and salty water is very clear. The fresh water is at about 31 degrees while the salty stays at around 38 degrees and flows into the lake through a tunnel at 25 metres deep in the bottom of the lake.





It’s very impressive the way the two waters mix creating the feeling of lake on top of another lake. It was a lot of fun the keep your body in the hot salty water at 38 degrees and bring your head to the fresh water at 31 dregrees, it was like bathing in an underwater spa.

Okikawa Maru

It was a oil tanker that belonged to the Japanese army and sank when the US army’s bombs reached it. It is the biggest shipwreck in the area.

Enrique dived the deck looking for the hole made by the bomb that made it sank. From there he went inside and loved it. It was obviously very dark but as there’re not currents inside the torchlights were enough to see well. We wander around the crew’s rooms, the oil tanks, the machinery room, the kitchen and the lunch room. 

We dived in several more shipwrecks but we don’t have any pictures becauser our camera can olu reach 7 metres deep but we have plenty of photographic memories of what we saw.

While wreck diving, you can get a bit claustrophobic. Enrique really liked it while I like better diving the reefs in the sunlight, it was a great experience in any case.

The motorbike ride

Like we normally do we hired a little motorbike to go for a little road trip. We had a great time even we got soaked when a tropical storm got us. After the rain, the road was covered in mud and very slippery, lucky the wheels were all-surface-proof, was a lot of fun.




Along the ride we met a Scottish gentleman (what a coincidence, another civil engineer who works in Dubai!) who bought an island a few years ago and he’s now planning to develop a resort there. He invited us to a coke in his beautiful house in the main island beach where we also met his Philippine wife and his father who just came for a visit from Europe.



Latter on we also met Tatto Mike, who left Denmark years ago because we was rich but not happy with his hightly-paid job, he didn’t have any time to enjoy his time and money! Now he owns a little bar in the small village of Busuanga and he’s found happiness. 


Somehow, in Coron we reconcile ourselves with the Philippines, because of the diving, the motorcycle trip and the great people we meet in the diving shop, the guest house (Patrick and Tez’s) and around the island. However, we don’t think we’ll go back even though the effort they put on saying that “it’s more fun in the Philippines”.





Enrique & Marina